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Página:Apuntes para la historia de Marruecos.djvu/255

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HISTORIA DE MARRUECOS

sidiarios mandado por el ayudante de la plaza, llamado Alvarez, que quedó cautivo por algún tiempo entre los moros.

Al fin el gobierno, presidido por el conde de Lucena, fijó seriamente su atención en África. Logróse que devolviesen los moros al ayudante cautivo; logróse que el sultán prestase oídos á nuestras reclamaciones, y para apoyarlas se hizo en los primeros meses del pasado año una demostración marítima, que se confió al general don Segundo Díaz Herrera, con siete vapores, los más de ellos de poca fuerza, y destinados á la guarda de las costas. La presencia de esta pequeña escuadra, y las gestiones acertadas del cónsul español en Tánger, don Juan Blanco del Valle, redujeron al sultán á aceptar por primera vez la responsabilidad de los hechos de los moros fronterizos de Melilla y de los demás presidios menores, prestándose á pagar una indemnización conveniente por un buque mercante español, apresado en aquellas costas; y poco después, en 24 de Agosto, el ministro de Relaciones Exteriores del sultán y el cónsul general de España firmaron en Tetuán un convenio relativo á las plazas del Peñón, Alhucemas y Melilla, por el cual se extendían los límites de ésta al alcance del cañón de veinticuatro, y se señalaba luego desde los límites un ancho campo neutral, á fin de separar á los españoles y moros, y quitar la ocasión de las hostilidades. Para que el convenio tuviese cumplimiento en este punto, el sultán se comprometió además á tener constantemente en el confín del campo neutral una guardia de moros de rey, ó soldados regulares, que reprimiera á las feroces cabilas rifeñas. Pero antes de firmarse este ventajoso convenio, había nacido otra ocasión de