de aquel xerife; tal, que con ser el hermano cruel, dejó mejor fama. Su codicia desenfrenada provocó la discordia; vencido la primera vez, faltó á la fe prometida, y desde el retiro que el vencedor le concediera generosamente, uníase con sus mortales enemigos para acabar con él. Fué tan tirano, que sus vasallos desearon mucho y prestaron fácil obediencia á Mohamed el xerife, por salir de su poder; y aun los vecinos de Tafilete y de otros pueblos donde residió durante su destierro, se levantaron contra él, debiendo á los respetos del hermano que no le quitasen la vida. Mohamed era por su parte más hipócrita y no tan riguroso, y poseía mucho mayor inteligencia y valor; hombre verdaderamente notable, y que á reinar en otra nación fuera de los más famosos del mundo. Ambos hermanos alcanzaron tan larga vida, que llenaron casi el espacio de un siglo con su nombre y sus sucesos; y el uno y el otro se llevaron pocos días en la muerte, que fué tan desgraciada como los hechos del mejor y del peor merecían. Mohamed fué asesinado por los turcos de su guardia, capitaneados por un traidor, que para tal propósito había venido desde Argel y ganado su compañía; y al saberse la muerte de éste, temiendo Alí-Becr, alcaide de Marruecos y hombre muy adicto á la familia del menor xerife, que el otro levantase alborotos y pretendiese de nuevo el trono, le mandó decapitar con todos sus hijos.
Años antes de morir estos xerifes, dispuso el rey don Felipe II la recuperación del Peñón de la Gomera, que era nido otra vez de piratas berberiscos. Ya en 1525, recién perdida la fortaleza, intentó en vano el marqués de Mondéjar sorprenderla. No más afortunado ahora don Sancho de Leiva, llegó á la costa africana, y desembar-