Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/107

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
11
 

—¡Claro! ¿Con quién querías que viniésemos?

—Creía que mi criada, viendo que no abría, había llamado al portero.

—¿Y le tienes miedo al portero?

—Al portero, no; a la criada. Entrad, entrad... No, no paséis a mi cuarto; pasad al comedor. La entrada en mi cuarto está prohibida.

—Por qué?

—Hay una señora...

Broydes y yo sambiamos una mirada significativa.

—Ya está aclarado el tenebroso, el siniestro misterio—me dijo Broydes por lo bajo—. ¡Ah, infame!

Obliga a su pobre criada a recorrer toda la ciudad, mientras él recibe a una amante, rival de la infeliz muchacha.

—¡No tienes corazónl—profirió Broydes, dirigiéndose a Zveriuguin—. No contento con engañar a tu criada, la haces despearse llevando cartas. Con encerrarla en la cocina cuando viene la otra estaba todo arreglado.

—¿Estás loco? Es tan celosa, que a la menor sospecha convertiría la cocina y toda la casa en un montón de ruinas.

—Oye, Vasilisk—pregunté yo—, ¿y no tienes otros amigos a quienes escribirles cartas?

—Sí, muchos; pero unos viven demasiado cerca y otros ya no me sirven.

—¿Cómo que no te sirven?

¡Los he gastado, chico! No me queda ya nada que decirles, nada que preguntarles, nada que en-