Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/145

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
49
 

divertimosl—gritó Vera, brivamos! ¡Verás cómo nos llantes los ojos como diamantes negros.

III

Vera puso ante Samatoja un plato vacío, se sentó frente a él, apoyó la mejilla en la mano y empezó a charlar.

—¡Coma, coma! ¡Estas cocineras son una calamidad! La nuestra ha dado en la flor de quemar las chuletas. Tendré que echarla.

Viendo que el convidado no contestaba, la minúscula dama le dijo: —¡Pero no sabes jugar! Debías responder: «¡Señora: las chuletas están exquisitas!» —Como no hay chuletas... —objetó Samatoja, demostrando una lamentable carencia de imaginación.

—¿Y eso qué importa, tonto? ¿No estamos jugando?

—Yo no puedo jugar así. Para jugar bien hay que comer de veras. Al menos, nosotros...

—¿Quiénes sois vosotros?

—Mis hermanitos y yo. Nosotros, cuando jugamos al convidado, ponemos en la mesa platos con comida y comemos de verdad. ¿Está cerrado con llave el aparador?

Vera pensó: «Qué juego más rarol»; pero decidió complacer a su amigo. Acercó una silla al aparador, se puso de puntillas sobre el asiento y dijo, luego de mirar un momento al interior del guardaviandas: —No hay ninguna golosina. Ni bombones, ni pasAVERCHENKO: CUENTOS.—T. II.

Averchenko: Cuentos.—T. II.
4