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FERNÁNDEZ DE MORATIN

muchacho muy modesto y bien criado,
á maestras de niñas muy devoto,
así que oyó entonar el alabado
espera á las chicuelas, y en callejas,
portales y escaleras conocidas
á trueque de alfileres y de ochavos
muñecas y confites, él las quita
virguitos sin quejar. La industria alabo
no al putero á quien la Musa mía
hizo tan diestro, no le agrade nunca
fruta sin madurar. Todas las cosas
tienen su tiempo, y hasta el tercer lustro
en perfecta sazón no están las mozas.
Entonces sí que el pecho ya robusto
la alta teta apretada y bien redonda
palpitando á compás la mano atrae
con magnética fuerza, y del mancebo
lujurioso apetece ser tocada,
y el empeine carnoso de rizada
cerda se puebla y ya los gruesos lábios
de la vulva se mueven y humedecen
apeteciendo el miembro masculino
nunca probado, con extremo y ansia
cual las botellas de licor, elixir
que sin tapón su espiritu se exhala,
como el hambiente estómago apetece