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Página:Aventuras de Arturo Gordon Pym (1861).djvu/18

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ceaba y bogaba con terrible celeridad, sin llevar un rizo en el foque ni en la vela mayor, y sumergiendo completamente la proa en la espuma. Como Augusto habia soltado la barra era un milagro de milagros que no se pusiera de través y yo estaba harto agitado para pensar en acudir al timón. Pero afortunadamente la embarcacion se mantuvo al viento y poco á poco recobró en parte mi presencia de ánimo.

El viento aumentaba de una manera furiosa, y cuando despues de sumergirse la proa nos levantábamos, la ola caia pesadamente sobre la popa y nos inundaba. Y además yo tenia los miembros tan completamente helados, que casi habia perdido la conciencia de mis sensaciones. Al fin invoqué la resolucion de la desesperacion, y precipitándome sobre la vela mayor, la largué toda. Como debia yo esperar, la vela se tendió sobre la proa y sumergida por el agua, se llevó en seco el mástil. Este último accidente me salvó de una inminente destruccion. Con el foque solo podía ya huir delante del viento, embarcando de vez en cuando grandes volúmenes de agua por la popa, pero con menos terror de una muerte inmediata. Me apoderé de la barra y respiré con un poco mas de libertad al ver que nos quedaba un resto da esperanza da salvacion.

Augusto yacía aun insensible en el fondo