hacerse á la vela, mi padre recibiria, como de costumbre, un billete de Mr. Ross, rogandole que me enviase á su casa para pasar una quincena con Roberto y Emmet, sus hijos. Augusto se encargó de este billete y de enviarla á su destino. Habiendo fingido, pues, que me iba á New-Bedford debia, reunirme con mi camarada que me preparaba un escondrijo á bordo del Grampus. Segun me aseguró, este escondijo quedaria preparado de un modo bastante cómodo para poder permanecer algunos dias durante los cuales no debia dejarme ver. Cuando el brick hubiera hecho suficiente camino para imposibilitar la vuelta, entraña yo en pleno goce del camarote; y en cuanto á mi padre se reina con gusto de la jugarreta. Por lo demás era seguro que econtraríamos muchos buques por medio de los cuales conseguirla enviar una carta á mis padres para explicarles la aventura.
Llegamos por fin á mediados de Junio y todo estaba ya preparado. El billete fue escrito y enviado, y un lunes por la mañana salí de mi casa, fingiendo que me iba en busca del paquebot de New-Bedford. Yo me fui directamente en busca de Augusto, que me esperaba en una esquina. En nuestro plan primitivo entraba el quedarme yo oculto, hasta, el anochecer, y trasladarme entonces á bordo del brick; pero como nos favorecia una densa niebla, se decidió que me ocultase sin perder