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nocieron el campo, y fueron matando á los que consideraban incurables; los heridos leves fueron recogidos y traídos al campamento para ser curados; pero la mayor parte de aquellos nobles y decididos animales que salieron por la mañana, no regresaron jamás. Nuestro regimiento quedó reducido á menos de la cuarta parte. Nunca volví á ver á mi querido amo, que creo cayó muerto de la silla, y nunca quise á ningún otro como á él. En otras muchas acciones me hallé después, siendo herido sólo una vez, y eso levemente. Cuando la guerra terminó, regresé á Inglaterra tan sano y tan fuerte como cuando salí.

-Yo había oído decir que la guerra era una cosa magnífica-le dije.

-¡Ah!-me contestó ;-eso lo dirán los que no se hayan visto en ella. Cuando se trata de un ejercicio, de una gran parada, ó de un simulacro en donde no hay enemigo, es muy bonito, sin duda; pero cuando miles de bravos y útiles soldados y caballos son muertos, ó inutilizados para toda su vida, la cosa es muy diferente.

-Y sabes por qué peleaban?--pregunté.

-No; eso traspasa los límites de la inteligencia de un caballo; pero supongo que el enemigo debió ser gente muy perversa, cuando consideraron conveniente hacer tan largo viaje, á través de los mares, para matarla.