Página:Azabache (1909).pdf/41

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 37 —

salido. Los caballos de sangre, cuando carecen del ejercicio conveniente, suelen ser llamados caprichosos por lo que es sólo juego y exceso de vida en ellos; algunos cocheros suelen entonces castigarlos, con la mayor injusticia, pero Juan nunca lo hizo. Además, se hacía comprender por el tono de su voz y por el toque de las riendas; y si se ponía serio, yo lo conocía en su voz, que tenía un absoluto dominio sobre mí, porque lo quería de veras.

Algunas veces teníamos nuestros ratos de libertad, y esto era en los domingos, en el verano, días en que nunca se enganchaba el carruaje. Era una gran cosa para nosotros, vernos sueltos entonces en la arboleda de los frutales, pisando aquella hierba fresca y suave, respirando el aire puro, y con toda la libertad que podíamos apetecer, para galopar, acostarnos, revolcarnos, ó pacer la dulce hierba. Entonces era cuando teníamos los grandes ratos de conversación unos con otros, al ponernos á la sombra de un corpulento nogal que allí había, y de una de estas conversaciones me voy á ocupar en el capítulo siguiente.