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obscuras, no pude ver nada, pero la cuadra parecía tan llena de humo que yo apenas podía respirar.

- Habían dejado abierta la puerta del sobrado, y sospeché que por allí venía el humo. Escuché y oí un suave ruido, como de algo que crujía.

No pude comprender lo que era, pero en aquel ruido noté algo extraño que me hizo estremecer de pies á cabeza. Todos los demás caballos se habían despertado, y algunos pugnaban por soltarse, mientras otros pateaban desesperadamente.

Por último, oí que alguien se acercaba, y á los pocos momentos vi entrar precipitadamente en la cuadra, con una linterna, al mozo que había traído el caballo del viajero, y que empezó á soltarnos á todos y á tratar de sacarnos de allí; pero parecía tan atolondrado y tan asustado, que me asustó más. El primer caballo se negó á salir; probó con el segundo y con el tercero, y sucedió lo mismo. Se aproximó á mí y trató de arrastrarme á la fuerza, pero no había que pensar en semejante cosa. Después que probó con todos, sin éxito alguno, salió de la cuadra.

Sin duda fué una tontería por parte de nosotros, pero no había allí nadie á quien conociésemos, ni en quien pudiéramos confiar, y todo era para nosotros extraño é incierto. El aire fresco