Página:Barreda Cronicas.djvu/38

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 38 —

— 38 —

y que también se festejara con pompa inusitada para esta tierra de hábitos sencillos.

Porque aquella otra boda fué tal, que se hicieron eco de ella hasta las letras de molde de los minúsculos diarios y epistolas confidenciales de las señoras y niñas de aqui á las reiacionadas de tierra adentro. Y aun aseguran que entre los prosaicos y sintéticos detalles de las cuentas co- merciales que pulperos y tenderos enviaban á sus comi- teutes, habia largas posdates mencionando los detalles de aquella fiesta sin igual.

Verdad es, y en puridad sea dicho, que la novia, por su admirable belleza fisica, merecia que asi fuera y mu- cho más.

Y bella y muy bella debió ser cuando los inspirados romances la llamaban «la más perfecta obra de la natura- leza;» «la rival afortunada de Psiquis, Venus y Galatea;» la rutilante «Estrella del Norte,» y otras lindezas más ó menos excesivas por «la mente acalorada» de aquellos me- trificadores, que no cesaban de «turiferarla» con el incien- so, un tanto pegajoso, de su admiración hiperbólica.

Es que, según añadian, toda exageración fuera poca para ensalzar, como debido era, la sin par hermosura de Catalina Benavidez, codiciada por todo el que la vela y envidiada por las que no cedian á otras el cetro en los premios de la gaya ciencia.

Nacido había «la Estrella del Norte» —que más que por el propio se la conocía por ese denominativo— en una de las provincias del interior, y su padre, con pasar modesto, la trajo cuando ya «aquella rosa de Jericó» se desarrolla- ra exuberante en atrayentes dones.

¡Qué estupenda sorpresa para la juventud de entonces, levantisca y requebradora, que la contempló admirada y la codició vehemente!

¡Y cuántas cosas no hicieron los más y aun los menos gentiles amadores de la estética mujeril, para obtener sus