Página:Barreda Cronicas.djvu/87

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 87 —

— 87

Llegaron á ella y al ver que, como las demás, estaba vacia, Alvarez lo preguntó de nuevo, volviendo á su espiritu el miedo experimentado al entrar en aquella casa:

—Pero... ¿dónde está el piano?

— ¡Qué piano ni qué piano!..—le contestó Marcet enton- ces, encarándose con él y amenazándolo con un puñal.— El piano que aqui lo ha traido es su vida, que la necesita- mos. ¡Por lo tanto prepárese á morir!

Alvarez retrocedió espantado... Aquellas sombras..., aquellos rostros patibularios..., aquel puñal...

— ¡Morir!..—gimió, —usted se está burlando de mi, Marcet... ¿Por qué quiere asesinarme? ¿Qué mal he he- cho yo?..

—¡Prepárese, le digo! —exclamó Marcet, con la mi- rada terrible y esgrimiendo el puñal. —¡Basta de pa- labras!

Y habia tauta verdad en aquel gesto de asesino, que Alvarez, temblando y sobrecogido de espanto, comprendió que no le mentia; pero aun le quedaba una esperanza: ¡Al- zaga! Aquel joven por el que siempre había sentido la más grande afección, de carácter caballeresco, de valor rayano en la temeridad, como lo habia demostrado en su presencia, no podia consentir que, sin motivo alguno, lo asesinaran en su presencia...; no podía convertirse en cómplice de un asesino..., y dirigió á él la mirada con an- gustia infinita; pero Alzaga:

—Si, Pancho, es necesario que mueras-le dijo, con expresión de lástima brutal en el semblante, mostrando á su vez el arma que le diera Marcet.

Al verlo en esa actitud, Alvarez se estremeció en un espasmo de horror.

Quiso gritar y no pudo, ahogada la voz en la garganta por el sincope: sus ojos, espantosamente abiertos, giraron de Alzaga á Marcet y cayó al suelo.

Marcet se arrojó á él y murmurando:—Este desmayo nos favorece— ¡le clavó el puñal en la garganta!

Arriaga no pudo contener una exclamación de horror,