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la ciudad encantada de los césares

Revestida con aquellos atavíos de verdad i de comprobacion, dió la nueva de los Césares la vuelta del mundo en pocos años. I en la Corte de España, adonde llegaban unos en pos de otros, desde Chile, desde Buenos Aires, desde el Perú i aun de Méjico i las Molucas, los pliegos juramentados, se creia en la romántica leyenda con mas novedad i fervor que en el hallazgo de los Batuecas,—valle de estraños i selváticos pobladores encontrado en el corazón de la España en tiempo de Felipe II, i sobre cuya supuesta aparicion se escribieron en aquel siglo tan singulares como estrañas ponderaciones [1]. Los quipus de los indios del Cuzco confirmaban tambien, con sus nudos de colores, la fecha i el número de aquella singular emigracion.


  1. La tradicion de Batuecas ha tenido mocha mas boga fuera de España que dentro de ella, como que de tal fábula se ocuparon Montesquieu, Moreri i hasta Me. Gealis, que escribió sobre ese tema una de sus ochenta novelas. Feijoo i Manuel Gonzalez han escrito tambien esclarecimientos sobre aquel curioso valle.—(Verdadera relacion de las Batuecas).

    En realidad, el valle de los Batuecas que se suponia habitado por jentiles i hasta por el diablo i sus lejiones, es una garganta perdida en las serranías de Salamanca, a catorce leguas de esta ciudad, i como una especie de mística república de Andorra. Actualmente existe allí una antigua cartuja, fundada por el obispo de Coria. García Galeazo, para tener a raya al demonio; i como sus escasos pobladores son mui selváticos i rústicos, ha venido el decir, en Chile como en España, de algun intruso o necio personaje:— Es un Batueca, o, Parece que viene de las Batuecas.

    Es curioso observar que el argumento del último libro publicado sobre las rejiones australes de Chile, el romanee de M. Pertuiset.—El tesoro de los Incas en la Tierra del Fuego (1877),—sin sospechar el autor, tenga este mismo oríjen, esto es, la fuga de los peruanos con sus tesoros, al sud.