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la ciudad encantada de los césares

bablemente hasta los promontorios en que naufragó el Wager de la Espedicion de lord Auson (1745), i a los canales en que, hasta hace pocos dias, ha estado varado el vapor aleman Denderah, señalaron a su turno el camino que despues ha recorrido el animoso padre García (misionero de las Guaytecas); Moraleda, el piloto esplorador de Chiloé, i el almirante Fitzroy, que reconoció, midió i dibujó por la primera vez, de una manera científica, los singulares pasos de aquellos mares i sus peligrosos arrecifes.

Así es como la humanidad va cumpliendo, tal vez a pesar de sí misma, su inexorable mision, cual de la tenebrosa alquimia nacieron las maravillas industriales de la química; de la astrolojía, la ciencia matemática i precisa del cielo; i de las cartas mismas de ociosa baraja, inventada para el solaz de un rei idiota, el grabado, la litografía, el invento mismo de la imprenta,—la mas sublime de las creaciones, porque dió larinje i voz al linaje humano, que ántes de su aparicion era sordo-mudo.

Con la aparicion de un nuevo siglo, volvió a tomar vida i calor la fantástica visision ya dos veces secular de los Césares, porque las fiebres del espíritu se parecen a las del cuerpo en que son intermitentes.