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la ciudad encantada de los césares

Pertenecia probablemente este descarado Impostor a la misma patria i escuela del andaluz de Niebla i tenia su propia inventiva i desfachatez, porque tanto porfió i mintió en Madrid, que el rei, no escarmentado todavía con las malaventuras pasadas, espidió orden el 18 de mayo de 1716 para que se acometiera de nuevo desde Buenos Aires, la entrada a los Césares, llevando por guia a aquel personaje que todo lo habia visto i tocado con su mano, segun su itinerario. A éste fin, el futuro redentor de los Césares se habia venido a Buenos Aires con alguna anticipacion. Su nombre era Silvestre Antonio de Rojas, i mayor embustero no habia parido madre cristiana ni en España ni en las Indias.

Rojas, una vez consumado su engaño, i despues de haber comido i bebido como César verdadero en la corte de Madrid i en Buenos Aires, se hizo humo o se fué escondido a los Césares, porque no se volvió a tener noticia de su paradero. Mas como no era posible que la real cédula de Felipe V quedara como hostia sin consagrar, formáronse diversas caravanas para ir a aquella especie de descubrimiento i cateo de una ciudad populosa cuyo derrotero se