ra en la cartera de aquel gobernador. Otro tanto hizo su lugarteniente jeneral Pedro de Mesa, cuando, veinte i dos dias mas tarde (el 25 de abril de 1557), tomo posesion del ayuntamiento «de éstos Reynos i provincias de Chile».
La denominacion estranjera de nuestra patria duró de esta suerte solo el breve espacio de diez i seis años.
I de esta suerte, a nuestro humilde juicio, queda suficientemente demostrado:
1.° Que la derivacion del nombre de Chile del canto del tril, es una fábula que no resiste ni a la historia, ni a la lingüística, ni siquiera a la anatomía del pico i la larinje de las aves.
2.° Que es un nombre indíjena del país, positivamente prehistórico, es decir, anterior a la conquista incarial i al descubrimiento i conquista de los europeos.
3.° Que fue en su cuna una denominacion completamente lugareña, aplicada a un valle especial, que el uso i la conquista hizo estensivo gradualmente a todas las comarcas del pais.
4.° Que aunque el oríjen del vocablo es indudablemente chileno-indíjena, no se le puede asignar una significacion determinada en ese idioma, por tener otras análogas o semejantes en el quichua i encontrarse en diversas comarcas de América.
5.° Que el uso popular conservó i jeneralizó ese