verle tan galan i arrogante pusieron todos los ojos en él, ninguno lo conoció hasta que habló en español i se dió a conocer, con que todos los españoles ocurrieron alegres a verle i cercarle, alegrándose de ver uno de su nacion en aquella tierra» [1].
XXVII
Los informes que el animoso andaluz dió a Almagro sobre el pais, sus minas, sus cosechas i sus poblaciones, fueron preciosas para su empresa, i «fomentaron sus altos pensamientos», Pero desgraciadamente los secuaces del Adelantado no tenian su grande alma. Resolvieron retroceder al Cuzco, cuya ciudad disputaban a los Pizarros como suya, i dieron la vuelta a los pocos meses de su arribo. El soldado andaluz se fué con ellos; mas «como estaba hecho a la vida de los indios»—refiere el mismo narrador que acabamos de citar,—volvió a separarse de la hueste castellana i se estableció esta segunda vez en Copiapó.
XXVIII
Hallábase aquel singular descubridor de Chile en el último paraje cuando, cuatro años mas tarde, atravesó el desierto Pedro de Valdivia, i en esta co-