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XIX
Vida de Cervantes.

O la ociosidad de su nuevo género de vida, ó el deliberado propósito de tomar el ejercicio de escribir como recurso para la subsistencia, fuéron parte á que con mayor ardor se dedicaso al culto de las Musas, que habian sido las delicias de su primera juventud y el consuelo de sus quebrantos. Durante su larga ausencia habian hecho grandes progresos las letras castellanas; y en este movimiento de las inteligencias, aunque limitado y como encarrilado en direcciones parciales é incompletas, era ya mas dificil que la mediania obtuviese alguna tolerancia. Por entonces compondria su Filena, produccion de que no conocemos mas que el nombre, por lo que él mismo indicó incidentalmente mucho despues[1], sin que podamos por ello inferir su naturaleza, objeto é importancia. A fines de 1583 tenia ya concluida La Galatea, y solicitada la licencia para su impresion, que se verificó pasado el mes de agosto del año inmediato, despues del fallecimiento del insigne caudillo Marco Antonio Colonna, supuesto que en la dedicatoria á su hijo Ascanio, abad de Santa Sofia, se refiere ya á este suceso, dando así un testimonio de las gratas relaciones que labia conservado con sus favorecedores de Italia. Si es que CERVÁNTES escribió esta obra en el breve intervalo que medió entre su licenciamiento y la presentacion á la censura, esto sería una prueba bien relevante de su fecundidada Es La Galatea una novela pastoral, género que se habia hecho muy de moda en todas las naciones cultas de Europa, desde que la introdujo el napolitano Sannazaro con toda la lozanía de su genio poético. Imitador de este fué en España el portugues Jorje de Montemayor, que antes del año de 1562 habia publicado su Diana con tanto aplauso, que á muy poco salieron á la vez dos continuaciones de su mismo argumento, la una de corto mérito, compuesta por el salmantino Alonso Perez, bajo el titulo de Diana segunda, y la otra llamada Diana enamorada, por el valenciano Gil Polo, que compitió honrosamente con su modelo. Otras obras de la misma familiaque sería aqui ocioso enumerar, anduvieron en boga en aquella época, mereciendo sin embargo alguna mencion El pastor de Filida, de Luis Galvez de Montalvo, dado á luz en 1582, no tanto por sus dudosas bellezas, como por la influencia que pudo ejercer el ejemplo del autor sobre la resolucion que tomó su amigo CERVANTES de ensayar su pluma en una composicion bucólica.

Pero el público empezaba á fastidiarse por la abundancia de un género que sobre ofrecer limitados recursos, á fuerza de buscar la novedad iba extraviándose por caminos poco acomodados á la naturaleza. Por eso La Galatea no excitó grande entusiasmo, y la misma suerte cupo á otros poemas pastorales de fecha posterior, á pesar de la fama y verdadero mérito de sus autores.

CERVANTES, que no solia despreciar los frutos de su ingenio, se mostró severo con su Galatea en el discreto expurgo de la librería de Don Quijote, librándola del fuego solo por misericordia y con la esperanza de enmienda en la segunda parte prometida. Su censor oficial la calificó de provechosa, de mucho ingenio, de galana invencion, de casto estilo y buen lenguaje. El censor tenia razon la mayor parte de sus defectos consistia en el género, la mas pequeña en el autor que lo habia escogido sin encontrar todavía en estos primeros pasos la senda á que le llamaban las condiciones especiales de su privilegiada fantasía.

Prescindiendo de los resabios bastante frecuentes de afectacion y amaneramiento, el lenguaje es puro, elegante, armonioso mas bien que animado y correcto; algunos caractéres están bien delineados; muchos incidentes inspiran el mas vivo interes, y sobre todo la inventiva, este gran dote de CERVANTES, este órgano de su cerebro, como dirian los modernos, resalta allí magníficamente y sobresale entre todo lo demas. Pero esto no es bastante para disimular, ni la enmarañada complicacion de sucesos que siendo inconexos entre sí, embarazan, detienen, interrumpen y debilitan el curso de la accion principal, ni la inferioridad de ciertos versos, ni

  1. Tambien al par de Filis mi Filena
    Resonó por las selvas, que escucharon
    Mas de una y otra alegre cantilena.

    (Viaje al Parnaso, pag. 597.)