nos cada dia las húmedas mazmorras de Arjel, el duro trato de sus amos, el peligro de la vida, y aquella tarea incesante de combinar planes generosos, cuyo acicate era la esperanza y cuyo premio la libertad.
Interpretando ciertas expresiones vertidas en el Viaje al Parnaso, han creido algunos que por imprudencia suya ó rareza de genio habia dejado perder ocasiones de medrar que se le venian á la mano. Harto conocemos lo que significan estos amargos desahogos en un hombre que habia manejado negocios de cierta naturaleza. CERVANTES era honrado, era amante de su decoro, é incapaz de toda rastrera intriga; era ademas compasivo, dadivoso, maniroto, si se quiere, en su pobreza como lo fué en su cautiverio: estas serían sus culpas; Dios y los hombres se las perdonan.
Terminada su segunda comision, desempeñó algunas agencias de particulares, y en el año de 1598 se hallaba todavía en Sevilla, donde compuso su célebre soneto sobre el túmulo erigido en aquella catedral con ocasion de las exequias de Felipe II, así como dos años antes habia escrito otro sobre el tardio socorro con que acudió á Cádiz el duque de Medina, despues del desembarco de los ingleses al mando del conde de Essex. Tambien desde el mismo punto envió á Zaragoza una glosa en alabanza de S. Jacinto, para concurrir al certamen que en celebridad de la canonizacion del Santo propusieron los padres dominicos del convento de dicha ciudad. La glosa de CERVANTES obtuvo el primer premio, lo cual nos da á entender que hubo de habérselas con pobres contrincantes. Resulta pues que en el tiempo que le dejaban libre sus ocupaciones, se dedicaba a literarios ejercicios, y todos los indicios se reunen para hacernos creer que por entonces escribió sus Novelas, las cuales, como composiciones de no muy larga extension, bien pueden caber en la brevedad de sus ocios. A pesar de su subalterna posicion, trató familiarmente con las personas mas distinguidas por su clase y su saber que existian en Sevilla, ciudad culta y poderosa, patria entonces como siempre de clarisimos ingenios.
Allí vió morir al divino Herrera, cuya memoria honró con un soneto, y concurrió á las amenas reuniones tenidas frecuentemente en el estudio del amable pintor y poeta Francisco Pacheco, quien sacó su retrato entre los muchos de personas eminentes, que tuvo la laudable curiosidad de recoger.
Desde fines de 1598 hasta principios de 1605 solo nos quedan de CERVANTES tradiciones, que si bien generales y constantes, no se apoyan en documentos conocidos falta tanto mas sensible cuanto mas interesante sería saber las circunstancias que le dieron ocasion é impulso para escribir su libro inmortal: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Sobre que en Ja Mancha estuvo por aquellos años, todos se hallan acordes; y de que allí recibió algun desaguisado en cierto pueblo, cuyo nombre recordaba con repugnancia, dan testimonio algunos pasajes de su obra. Pudo muy bien haberse trasladado á aquel pais, acogiéndose al amparo de algun pariente, entre los muchos y muy ilustres que por alli tenia; pudo tambien haber ido á desempeñar alguna comision, ya que este modo de vivir habia abrazado. Unos aseguran (dice Navarrete) que comisionado para ejecutar á los vecinos morosos de Argamasilla á que pagasen los diezmos á la dignidad del gran priorato de San Juan, fué atropellado y puesto en la cárcel; otros suponen que esta prision dimanó del encargo que se le habia confiado relativo á la fabrica de salitres y pólvora en la misma villa, para cuyas elaboraciones echó mano de las aguas del Guadiana, en perjuicio de los vecinos que las aprovechaban para el riego de sus campos; y no falta, en fin, quien crea que este atropellamiento acaeció en el Toboso, por haber dicho CERVANTES á una mujer algun chiste picante, de que se ofendieron sus parientes é interesados.» La fama de quisquillosos y linajudos de que gozaban los pueblos de aquel distrito, la tradicion que todavía subsiste en Argamasilla de que en la casa llamada de Medrano estuvo el encierro donde permaneció CERVANTES padeciendo largos trabajos, y la expresion del mismo, confirmada por otra de Avellaneda, de que su libro fué engendrado en una cárcel, donde toda inco-