11. No basta que tome el pulso el que gobierna á lodu el cuerpo del Estado junto, sino á cada miembro de por sí; porque smle haber en ellos diversas enfermedades, que piden remedios diferentes.
12. Cuando la temeridad atropella la prudencia y al consejo, ^uele falta r siempre el orden y la lirmeza de los fundam<*nlos.
13. Casi siempre en el principio de la ejecución de cosas nuevas y grandes se representan razones en contrario, que turban el entendimiento y le hacen estar dudoso.
14. Los males envejecidos no se pueden curar sio remedios fuertes.
15. La república muy estragada no sufre remiendos, y por esto se ha de renovar del todo.
16. Los privilegios y las libertades se levantan nmchas veces contra la justicia, y destruyen el buen gobierno.
17. No se ocupe el regidor en decir mal de las leyes que no puede mudar, sino en gobernar por ellas lo mejor que sea posible.
18. Así como hacen los reyes del Consejo de Estado á los que han gobernado provincias, habrían de hacer gobernadores de provincias á los del Consejo de Estado.
19. Para mantener sano y para curar el cuerpo enfermo de una república, más vale una onza de práctica que cien libras de teórica.
20. Las provincias divididas en bandos y parcialidades fácilmente se alborotan, y una vez alborotadas, son malas de apaciguar.
21. Los grandes hechos no se han de emprender sin L'randes fundamentos, y han de ser guiados con mucha pruijencia y buen consejo.
22. Al reino acostumbrado largo tiempo á tener paz, suele faltarle nervios para sustentar la guerra.
23. No es oficio de príncipe sabio traer la guerra á su casa por quitarla de la ajena.
24. Grande error es empeñarse tanto á guerra voluntaria, que entre la gloria y la infamia no quede medio alguno.
25. De prudente capitán es el estar prevenido y hacer que el enemigo se divierta y se descuide.
26. En los grandes movimientos siempre suelen atravesarse grandes dificultades.
27. No se pueden prevenir ni antever los acaecimientos con certeza, aunque más sobre la práctica y la prudencia; porque son llenas de tinieblas las cosas de los mortales.
28. Del asir de la ocasión y del saber aplicar los medios convenientes, nacen los buenos sucesos.
29. Las enfermedades de los del Consejo cargan sobre el gobierno público, y si el gobernador no sabe 6 no tiene autoridad para purgar y sangrar, siempre los verá llenos de sarna.
30. Los (|ue están muy avezados á mandar, no saben obedecer ni sufrir contradicciones.
31. Los jueces, los abogados y los procuradores, médicos, apotccarios y cirujanos son de nuestras haciendas; bienavenlurados los muertos, que ya no han menester á los unos ni á los otros.
32. El que lee con deseo de reprender, pierde el tiempo neciamente.
33. Oye, entiende y considera, y después responde.
34. Las quejas de los vasallos, por más robustas que sean, llegan debilitadas al oído de los reyes.
35. Se cose en Europa la planta del vivir político, y para mayor confusión nuestra, florece entre los bárbaros de África y América.
36. Cuando son muchos los que mandan, sol pocos los que obedecen; y así, todo va perdido.
37. Del que está muy enamorado de sus palabras, no se pueden esperar obras famosas.
38. De príncipes sabios es el obrar callando.
39. El que pide alguna cosa y se la dan, aunque basta y mal garbada, recíbala agradecido, y de.spues procure darle la mejor forma que pudiere.
40. Muchas buenas mcdecinas hay que no pueden aplicarse, por ser los enfermos mal sufridos.
41. Cuando las fuerzas de dos contrarios son iguales, cada cual dellos rehusa tentar la fortuna.
42. No se ha de pedir.socorro al que tiene necesidad de defender.se, porque mal podrá remediar los peligros ajenos el que ha de acudir al reparo de los suyos proprios.
43. Vidriosas son las amistades de dos iguales en favor.
44. No hay despeñadero más alto ni más peligroso que la cumbre de la privanza.
45. En favor del desdichado, no hay arte ni regla que aproveche.
46. Los grandes hechos no se han de emprender sin grandes fundamentos, y han de ser guiados con prudencia y buen consejo; porque el ímpetu y la temeridad los atropella y desba*-ata.
47. Mucho han de procurar los capitanes que les salgan favorables los principios de sus empresas, porque en ellos se gana ó se pierde el ánimo y la reputación.
48. Mejor conservan los reyes la grandeza y majestad siendo severos y graves, que humanos y apacibles; y queda más libre el castigo y también el galardón.
49. El que entrare en la privanza de los principes, vaya despacio, no se apresure ni se muestre confiado, porque es paso deleznable.
50. Contra toda razón se aplican á la fortuna las causas de medrar y desmedrar, pues nacen del saber ó no saber apañar las ocasiones y aplicar debidamente los medios convinientes.
51. Aunque te sobre justicia, guarda de indignar al juez; porque es hombre y sujeto á las pasiones que los otros hombres.
52. No persigas con la lengua al que te hizo algún daño, especialmente si le puede hacer mayor; porque es venganza mujeril y peligrosa.
53. Del que no te debe nada, si no te da, no te quejes; mas procura que te deba siquiera buena voluntad.
54. El prudente saca fruto de los ajenos errores.