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Página:Biblioteca de Autores Españoles (Vol. 65).djvu/683

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DON JOAQUIN SETANTI

con razones eficaces, causas que parezcan justas y con demostración de voluntad.

169. Está ya lleno de trampas y de engaños el trato humano, que no da lugar á los Iiombres de bien á que puedan usar en todo de su natural llaneza, no.

170. Los que se obligan á gasto forzoso y ordinario sobre fundamento de caudal incierto, ó lo prosiguen con daño ó lo dejan con vergüenza.

171. Crece la autoridad con el dinero, y la fama de pobre hasta en los reyes mengua la reputación.

172. ¿Qué aprovecha ser monarca, si no hay en el arca?

173. Semillas son los dineros de todas las cosas, y juntamente con esto, los nervios de la guerra y los tuétanos de la paz.

174. No se logra bien la hacienda real puesta en manos el . extranjeros.

175. El dinero que tarda en venir, cuando llega pasa volando.

176. Empobrecer á los vasallos es sangrarse de la vena del arca.

177. En manos de la buena suerte es desdichado el que se pone venino á la suprema autoridad.

178. El manejo de la guerra y de la hacienda pide manos fieles, prácticas y naturales.

179. La tierra que produce ladrones, sembrarla de gente de guerra y hacer de los árboles horcas.

180. El rey que no sabe hacer hombres, no los terna en su vida.

181. A derecho y á razón están los reyes, pero desto los desvian muchas veces las reglas de Estado.

182. A solo el príncipe tocan las cosas de gracia, y por él las de justicia á sus ministros.

183. La sobrada autoridad de los ministros hace muchas veces vana la rectitud de los reyes.

184. El príncipe que por solo su parecer acierta algún hecho de importancia, suele después errar mucho? por falta de consejo.

185. Las quejas de los vasallos han de ser con fundamento de razón y de juslicia, para que el señor Jas o¡í: a con benignidad y clemencia.

186. Conserven sus privilegios los* reinos y las provincias, pero no pretendan extenderlos ni interpretarlos á su voluntad, porque indignados los reyes no se los arrebaten de las manos y los rompan.

187. La doctrina y la imprudencia juntas hacen un sujeto monstruoso.

188. El que importima pidiendo á pesar de la ocasión, se desengaña con vergüenza.

189. No se puede tener entera satisfacción de los ministros que en todas las residencias se halla de qué hacerles cargo; porque, en fin, son inculpados ordinarios, y las sentencias absolutorias no presuponen falla de culpa, sino de prueba.

190. De la vana presunción nacen efectos contrarios al deseo.

191. El hombre que se rige en todo por la voluntad de su mujer, merece que le quiten las insignias de varón, y que ella le desuelle é azotes.

192. Para dar un muí consejo, más saben las mujeres que los hombres.

193. La mujer que obedece á su marido, ésa le manda.

194. La buena mujer es triaca para su marido; a mala, veneno.

195. Lo que se pone en consulta se ha de resolver por lo menos peligroso, porque es imposible asegurar y librarse de todos los inconvenientes.

196. Para ser bueno el consejo, los principios, los medios y fines han de ser lícitos y honestos de lo que se pretendiere.

197. No dí^jan los buenos consejos de tener su valor y estimación, aunque algunas veces salgan contrarios los efectos.

198. Muchas veces la fortuna favorece para más perjudicar á los que de ella se fian, y por castigo riguroso de los hombres permile Dios que se juzguen los consejos por los efectos.

199. No basta la prudencia humana á defenderse de la envidia, ni puede escaparse de ella, sin la contraria fortuna.

200. La envidia cortesana es como el ray, que hiere á lo más alto y levantado para hacer mayor ruina.

201. De los hombres desagradecidos no se puede esperar cosa buena, porque la ingratitud es calidad de ánimo villano, que precia más el ínteres que la honra.

202. El que empeña su palabra confiado en la queotro le da, cuelga su reputación de voluntad ajena.

203. Está ya tan mal traíada la ju>ticia disfributiva, que de verla tal se esconden la virtud y los merecimientos.

204. No puede llamarse dichoso el que va subiendo, por muy levantado que esté; sino el que ha parado en parte segura pudiendo subir más.

205. El que está en la cumbre del favor es ídolo de pretendientes, terrero de invidiosos y matachín de la fortuna.

206. Tiénese por cosa averiguada que si los emperadores romanos supieran que habla de haber tantos intérpretes y glosadores de sus leyes, las quemáTJtu antes de puMicarlas.

207. Los enojos, los cuidados y recelos son accedentes inseparables del reinar.

208. De los grandes beneficios se forman las grandes ingratitudes.

209. El príncipe ofende á la pública salud despreciando la suya propria.

210. La edad puede enflaquecer las fuerzas, pero no el corazón del hombre valeroso.

211. Ofender al enemigo y defenderse, son doe acciones iguales en oWígacion del buen soldado.

212. Los celos de estado no reparan en servicios ni merecimientos, que todo lo atrepellan para asegurarse, y aun á la propia ^angre no perdonan.

213. Las esperanzas fundadas sobre la gracia y favor de un príncipe nuevo suelen convertirse presto en quejas.

214. Los que se aprovechan demasiado en.servicio y manejo de la hacienda de los reyes, si no lie7 nen mucho seso, revientan de gordos.