gía de frecuencia muy pequeña absorbida por los átomos radiactivos, según ya dije que Perrin pretende.
Dicho se está que, aun admitiendo la referida ecuación (23, 2) que liga los cambios de energía con los de masa, no se desprende como consecuencia necesaria que toda la masa se reduzca a una mera consecuencia de la energía acumulada en el volumen por ella ocupado. Para pasar de (23, 2) a
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m=—. ce?
(23, 3) que es la traducción analítica de dicha idea, es menester una nueva hipótesis que significa la anulación de la constante introducida al integrar (23, 2). Innegablemente la hipótesis es lógica, pues supone una economía de pensamiento; pero no pasa de ser una hipótesis. Importa además notar que no se trata de una concepción que se opone a aquel otro corolario de la ciencia moderna, según el cual la masa de los cuerpos es de origen electromagnético. Esto último sólo supone una concreción más de (23, 3), pues equivale a especificar la naturaleza de €.
Diré aún que aquella necesidad mental que llevó a crear el éter como soporte material de la energía y la cantidad de movimiento de la radiación electromagnética, halla plena satistacción aquí sin introducir tal medio universal, puesto que la energía supone
== FUNDACIÓN 6 Sh] JUANELO ASÍ TURRIANO