exclusivamente al movimiento de los nodos de Venus, mientras la rotación de los ejes parece esencial para la eficacia de la teoría. Jeftreys, por otra parte, ha demostrado que el brillo de la luz zodiacal es incompatible con la densidad supuesta por Seeliger, tanto si se admite que la materia difundente se halla integrada por un conjunto de partículas sólidas como si se trata de una masa gaseosa. Si se realiza el cálculo partiendo del referido brillo de la luz zodiacal, el efecto producido por partículas aun de 10 km., límite rebasado el cual serían ya visibles como pequeños planetas independientes, no excedería del orden de los errores cometidos en la fijación del corrimiento del perihelio de Mercurio; si se supone la masa gaseosa con la densidad que del brillo se deduce, apenas se obtendría un efecto 3.000 veces inferior al observado. Jeftreys hace también el cálculo para el efecto que puede producir la materia coronaria, llegando a números aún inferiores.
Así, descartada la posibilidad de recurrir a la luz zodiacal y la corona para explicar por sus efectos gravitatorios las perturbaciones que restan después de tomar en consideración las influencias mutuas de los planetas, las hipótesis del tipo de la de Seeliger pierden todo st valor en atención a que, si bien es innegable la posibilidad de acudir a masas ocultas, de cuyas características podemos disponer libremente para explicar cualquier efecto mecánico, ello pue == FUNDACIÓN
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JUANELO
