los puntos del espacio, por alejados que se hallen, según corresponde a la distribución actual de la materia.
La resistencia a que aludía surgió ya en el propio Newton, y ha renacido en el espíritu de muchos ffsicos, circunstancia que demuestra no es un: prejulcio de educación esta incapacidad para concebir las acciones a distancia, y, por ende, a mi entender, al menos, una prueba de la irrealidad de aquellas acciones, que hemos de esforzarnos en reemplazar por otras que obren por contacto o contigiledad.
Naturalmente, estas últimas deben expresarse por una ecuación diferencial, pues el fenómeno que ocurre en un lugar determinado del espacio, en un tiempo también definido, ha de ser consecuencia del estado físico de la región que inmediamente le envuelve en el instante anterior, y sólo de él puede depender directamente. Mas nada impide, a priorí, que las referidas ecuaciones sean integrables; esto es, que se pueda englobar el proceso físico completo, que se desenvuelve en un dominio espacial y temporal finitos, en una expresión analítica del mismo carácter, la cual no ha de entenderse como traducción directa de la realidad, sino como una fórmula que sintetiza un largo razcnamiento. Exactamente lo inverso se da cuando en la teoría de las acciones a distancia se utilizan expresiones diferenciales derivadas de sus leyes finitas como auxiliares en el razonamiento,
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