cesario elegir entre la negación de la realidad objetiva del éter o suponer un número infinito de ellos que llenan simultáneamente el espacio y son absolutamente permeables los unos a los otros. La elección del primer término del dilema parece ser lo más sencillo, y por él se decidieron muchos, particularmente el propio Einstein; mas para otros pareció de imposible concepción un campo electromagnético sin soporte, tanto más cuanto la teoría electrónica tiende a reducir toda la realidad a dicho campo, explicando la materia por las cargas y éstas por singularidades de aquél. De esta opinión era, entre otros, Lorentz. La relatividad general ha planteado nuevamente la cuestión, al considerar el campo gravitatorio como una manifestación de la curvatura del espacio, aun donde no existe materia alguna, incluyendo en ella a la radiación. Según esta teoría, en el vacío absoluto debe quedar alguna realidad física que responda a las ecuaciones del referido campo, y como es esto lo único que de ella sabemos, parece completamente justificado el que, imitando lo hecho con el éter electromagnélico, interpretemos dichas ecuaciones como la descripción del estado de uno nuevo, tan alejado del de Lorentz, como éste lo estuvo del de Fres nel. No se trata, pues, de la resurrección del primero, que la ciencia del principio restringido sepultó, sino de una nueva creación que el mismo Einstein patrocina sin rectificar su anterior pensamiento.
8 FUNDACIÓN h JUANELO 2) TURRIANO
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