a) En primer término, supongamos una onda luminosa que avanza en el seno de un cuerpo transparente. Para un observador en reposo, según he dicho antes, su velocidad se mide por el cociente (de la velocidad en el vacío por el índice de refracción). Para un observador que se mueva relativamente al cuerpo con velocidad ± V, indicando por el signo el sentido del movimiento en relación con el de la propagación, las ecuaciones de Galileo obligan a pensar que la velocidad de la onda debe ser .
Mucho antes de que Hertz formulara la teoría general, uno de cuyos corolarios es la predicción teórica anterior, Fresnel dió la interpretación de ciertos experimentos de Arago, que corresponden al mismo orden de ideas, pero son de naturaleza bastante más compleja, suponiendo que en la fórmula anterior y ha de multiplicarse por el factor
, que se denomina de arrastre, por razones de que me ocuparé más adelante. La existencia real de dicho factor fué confirmada experimentalmente por Fizeau, en trabajos que serán siempre considerados como modelos de ingenio y precisión, en los cuales el cuerpo en movimiento fué el agua. Posteriormente, con