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falseando los ejes de la tierra, ó que desprendido de sus polos el globo y desviado del punto céntrico en que cìmentado en sólidos fundamentos lo colocò el Criador, caía, trastornada y precipitadamente, á la profundidad de una caverna. Los hombres, por no caer, tomaron el arbitrio de postrar tendidamente en tierra todo el cuerpo: lo mismo hacian los brutos, no bastàndoles cuatro pies, para sustentarse en ellos: los árboles que de raiz no cayeron, inclinándose á una y otra parte, daban con las ramas en el suelo: los ladrillos, bien enlazados y estrechamente unidos con finas mezclas en los pavimentos de las casas y las piedras en las calles, rompieron sus encajes y saltaron.

No se descubrió aquella tarde todo el daño que causó en los edificios tan espantoso y raro fenómeno, porque, poseidos de un gran terror y medrosidad los corazones, solo aplicaban todos el cuidado à salvar la vida, ò porque el polvo, en que se deshicieron y esparcieron en la atmósfera, arruinados los edificios, formó en ella tan densa nube, que fué impedimento al exàmen de los ojos y causa de que muriesen sufocados muchos y oprimidos de las ruinas otros; porque perdido con la turbacion el tino y oscurecido con el polvo el aire, se metian, ignorando el sitio en donde estaban, en los mismos peligros de que huian. Mas aunque esto ocultó aquella tarde mucha parte del efecto y lastimoso estrago que causáron los primeros horrendos movimientos de la tierra, el ruidoso estrépito que hicieron al caer en ella las fábricas y el desconcertado repique de las campanas, introduciendo nuevo horror y desaliento en los ànimos, dieron el primer aviso de su total ruina y destruccion à todos. Este y el implacable enojo de esta comun Madre que, como irritada contra sus hijos, quería despedirlos de sí y sacudir el yugo que la oprimia, siguiendo sin intermision, ya con mas, ya con ménos cólera, la inquietud violenta de sus conmociones, hicieron temer mayor estrago y consternacion, de modo en los corazones de