Página:Bug Jargal (1920).pdf/31

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
27
 

—¡Vaya, y qué bonito está eso!—dijo a media voz Enrique, inclinándose al oído del oficial más vecino—. Espero que el capitán no dejará pasar las desdichas de los ex negros sin hacer una disertacioncita acerca de los deberes que nos impone la humanidad, etcétera, etcétera. Lo que es en la sociedad patriótica de Massiac[1] no escapábamos a menos.

—Gracias, Enrique, por el aviso, que me excusa ponerme en ridículo—respondió con frialdad D’Auverney, que lo había oído, y en seguida prosiguió su relación—.

Entre todos sus esclavos, uno solo había conseguido congraciarse con mi tío, y éste era un enano español, mulato o de los que llaman cuarterón, que le había regalado lord Effingham, gobernador de la Jamaica. Mi tío, que había residido por muchos años en el Brasil, había contraído los hábitos portugueses y gustaba de rodearse de cierto fausto proporcionado a sus riquezas. Numerosos esclavos, adiestrados al servicio doméstico como


  1. Nuestros lectores habrán olvidado, sin duda, que el club Massiac, citado por el teniente Enrique, era una sociedad de negrófilos que se instituyó en París a principio de la Revolución, y que provocó la mayor parte de las insurrecciones que estallaron entonces en las colonias.

    También podrá chocar la ligereza un poco atrevida con que el joven teniente se burla de los filántropos que aún reinaban en aquella época por la gracia del verdugo. Mas es preciso recordar que antes, durante y después del Terror, la libertad de pensar y de hablar se había refugiado en los campamentos. Tan noble privilegio costaba de cuando en cuando la cabeza a un general, pero libra de todo reproche la resplandeciente gloria de aquellos soldados que los denunciantes de la Convención llamaban “los señores del ejército del Rhin”.