Página:Bug Jargal (1920).pdf/40

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
36
 

puse en espera y no aguardé largo tiempo en vano. Hacia la media noche, un preludio melancólico y mesurado, que turbó de repente el silencio, a pocos pasos de mí, fijó desde luego mi atención. Semejante ruido obró en el ánimo como una sacudida eléctrica: ¡era una guitarra y estaba bajo las mismas ventanas de María! Furioso y blandiendo el puñal, me lancé hacia el sitio de donde salían los sonidos, rompiendo con mis pisadas los frágiles tallos de las cañas, cuando de repente me sentí agarrar por una fuerza, a mi parecer prodigiosa, y vine a tierra; el puñal me le arrancaron de las manos y le vi brillar sobre mis sienes. Al tiempo mismo, dos ojos encendidos relumbraron entre la obscuridad pegados a los míos, y dos andanadas de dientes, blancos como el marfil, que pude entrever a través de las tinieblas, se abrieron para dejar escapar en acento de cólera estas palabras: Te tengo, te tengo[1].

Más atónito aun que temeroso, forcejeaba yo en vano con mi formidable adversario, y ya la punta del puñal penetraba por mis vestiduras,


  1. Víctor Hugo, que posee y aprecia en cuanto valen el lenguaje y la literatura castellana, emplea a menudo en esta obra voces y frases en español, a cuya categoría pertenecen las que van aquí en letra bastardilla y cuantas de la misma se encuentren más adelante. Sin embargo, como hablar un idioma extranjero con propiedad dista mucho de ser fácil empresa, el autor suele cometer incorrecciones, según es dado al lector reconocer; pero movidos del deseo de conservar a la historia su colorido original en cuanto posible fuere, nos hemos resuelto a conservar dichas frases excepto en aquellos casos donde la irregularidad de expresión era demasiado chocante. Sirva esto de aviso en general para lo sucesivo—N. del T.