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Cañas y barro

Se alejó el barquito, sin que Tonet, que había lanzado una rápida ojeada á los pasajeros, pareciese oir las bromas.

Muchos miraron con cierta insolencia á Cañamèl, permitiéndose las mismas bromas brutales que se usaban en su taberna... ¡Ojo, tío Paco! ¡Él iba á Valencia, mientras Tonet pasaría la noche en el Palmar!...

El tabernero fingió al principio no oirles, hasta que, cansado de sufrir, se enderezó con nervioso impulso, pasando por sus ojos una chispa de ira. Pero la masa grasienta del cuerpo pareció gravitar sobre su voluntad, y se encogió en el banco, como aplastado por el esfuerzo, gimiendo otra vez dolorosamente y murmurando entre quejidos:

¡Indesents!... ¡indesents!...