de cola rabona, sino en caballos criollos y briosos por consecuencia, como si dijéramos, para acompañar a Juan Moreira al ir a chulear y prenderle cuetes al Juez de Paz, o pelear a la partida que lo buscaba para prenderlo.
Pues estos leones, todos ensimismados como eran, cayeron de hinojos a los pies de las criollas aquellas que ustedes saben, a cada una de las cuales le caia, como la saya, aquello de Ventura de la Vega:
y las muchachas o mestizas que tuvieron, son hasta, ahora de aquello que da gusto de ver.
Asi es cómo las tertulias, los recibos de ahora, que trato de describir, no comienzan propiamente dicho el dia de la invitación, sino al siguiente. Esta moda o mala practica, nos vino de Montevideo, donde comenzó a usarse, en la creencia, sin duda, de darse tono; porque hay gentes que piensan que incomodandose e incomodando a los dermis; se dan aires aristocraticos.
Un Ministro inglés, que no quiero nombrar, como no quiero recordar tampoco ni el año en que esto tuvo lugar, invitó a sus relaciones a un Te, como los ingleses llaman a esta clase de fiestas familiares; fijó la hora de las nueve de la noche... pero siendo ya las dies menos un cuarto, y no apareciendo nadie, el inglés, con justo motivo, montó el picazo, hizo apagar las luces y cerrar las puertas.
Cuando los invitados llegaron, el hijo de Albion roncaba como Enrique IV, que según Dumas, era el primer roncador de la Francia.
Pues, como iba diciendo, la fiesta viene a tener lugar al dia siguiente, cosa que no entraba en el programa del invitador, que seguramente tenia otra distribución que dar a las horas postreras de