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Página:Calzadilla Beldades de mi tiempo.djvu/143

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CAPITULO XV


En lo que estábamos, preciso es confesarlo, verdaderamente atrasados por aquella época de 1835 a 1840, era en materia de cementerios. Creo que ni siquiera era ese el nombre — paréceme que lo llamaban "Campo—Santo". Los habia generales y aún especiales; pues los conventos y monasterios tenian el suyo para su respeetiva orden, comunidad o congregación. Se enterraba aun en los templos, desde el étrio hasta el altar mayor; y lo mismo en el piso que en sus paredes por el interior, según categoria religiosa, o civil; asi como, según la devoción o cofradia. a que perteneciera el difunto, se le endosaba de mortaja el hábito de uno u otro seráfico San Francisco y Santo Domingo; comprándolo en los respectivos conventos, se le hacia bendecir, y héte ahi enfrailado a uno después de muerto.

Los obispos, grandes prelados, dignidades eclesiasticas, párrocos de nombradia por su ciencia y virtudes, iban a parar al pie de los altares mayores. Los sindicos y personas civiles de mucha nombradia, por sus servicios al culto o por su austera religiosidad, alcanzaban sepultura en los presbiterios. En muchas iglesias se ven todavia lápidas sepulcrales, ya en el piso, ya en las paredes.