plió bien con su deber como Ricciolini en el rol de don Basilio.
Los nombres del bajo y de la contralto se han escapado como dicen ahora los Cronistas o Reporteres, sin que nadie les reclame por ello.
Buena orquesta y buenos coros para interpretar genuinamente las composiciones de los grandee maestros, en la representación de Don Juan, de Mozart, de La gazza ladra, del Turco en Italia, del Tancredo y de la Cenerentola, de Rossini, y demás obras del repertorio clasico. Tales eran los artistes y tal el conjunto de la primera compañia lirica que sin chicanas ni pillerias y maniobras de contratistas, encantó a la igualmente sincera y seria sociedad porteña, infiltrándole el gusto por el arte y por la música dramatica.
Y no habia que cambiar de ópera a eada noche, porque con tan competentes y escrupulosos interpretes, en cada representación de una misma pieza descubria el auditorio bellezas nuevas, de esas que solo la repetición, preparando el oido, hace al fin comprender... porque la generalidad no alcanza las concepciones del genie sino con la constancia del estudio y para el público el estudio es... el air y volver a air y aun air mas lo ya oido. De otro modo no hay posibilidad de llegar al goce, a la fruición que procura la música. No se escandalicen. El Bairbero de Sevilla, esta ópera, que aun dada por pésimos actores lleva al teatro siempre un mundo de espectadores, fué silbada, burlada, en su primera representación.
¿No lo creen mis amables lectures?
Pues bien, lean lo que refiere Fetis en su obra Biographie Universelle des Musiciens.
"La tempestad que habia tronado sordamente durante todo el primer acto, estalló en el segun-