a nuestras señoras, hasta llegar muchas de ellas a la obesidad al quinto lustro. El abandono y la falta de coquetería en una mujer es su peor enemigo.
¡¡Es preciso reaccionar, pues, a toda costa!! Y no me digan a fe que esto no es regla infalible por algunos casos aislados, verbi-grotia: la bellísima Agustina Rozas de Mansilla, dicen que se casó a los 15 años, y ha durado hasta hace poco; lo mismo que su rival la señora Avelina Sáenz de Sáenz Valiente y Manuela Machado la cordobesa, porque estas mujeres encantadoras son la excepción de la regla. Fueron estrellas rutilantes que brillaron en el cielo argentino de tal manera que el astrónomo de aquellos tiempos, el clérigo don Bartolito Muñoz, que observaba los astros y era el que hacia los almanaques, las puso (por equivocación, sin duda, no creo que por malicia) en el catálogo de las constelaciones mas brillantes del cielo austral.
También es un principio higiénico para la belleza de la mujer, y para contribuir a vigorizarla, para llenar su gran misión maternal, el de fortalecerla durante su desarrollo, ha dicho Larroche foucauld, si queremos que nos den ópimos frutos o sea generaciones fuertes y viriles, antes de entregarlas en tan tierna edad a los embates de las pasiones que vienen desgraciadamente sin buscarlos, demasiado temprano en este mundo bendito!
Y con perdón de ustedes me sacaré a ejemplo yo mismo, que estoy escribiendo este libro de los recuerdos de una vida agitada y viajera, como ha dicho mi brillante biógrafo exponiendo el éxito de mi obra, con un elogio inmerecido, a que no la terminen y juzguen las que tanto se empeñan en hacer figurar antes de tiempo a las jóvenes, lo que vale a la humanidad, el hacerlas despertar lo mas tarde.