quina a Belgrano, que era conocida por de la virreina vieja, y hoy está en ella el Monte de Piedad. Al morir, el año de 1848, dejó esa casa a la administración de la Cofradía del Santísimo Rosario, para que de sus alquileres se hicieran cuatro partes: una, para el hospital de mujeres; otra, para el de hombres; otra, para la Santa Casa de Ejercicios, y la última para que la misma Cofradía costeara la misa de Una todos los domingos y días de fiesta en Santo Domingo, y además una función anual al Patriarca San José. Lo que se ha estado cumpliendo por sus Mayordomos y se cumple actualmente como el primer día.
Esta misma casa tiene al frente de su puerta principal un escudo de nobleza perteneciente a la familia del padre del Obispo Medrano, rótulo que está cubierto por el gran tablero anuncio del Monte de Piedad. Las temporalidades, frente al Mercado Central. Todo esto apiñado y formando el centro de los estrados más distinguidos de aquel tiempo inolvidable, pero que muchos no recuerdan, sin embargo.
Pero sigamos. La familia de don Martín Alzaga; la del general don Félix Alzaga; la respetable señora doña Damacia Caviedes, en su casa esquina frente a la iglesia de Santo Domingo, donde había el café de este nombre. A la derecha de la misma iglesia la linda señora del ministro Tagle, doña Máxima Olmos, los Martínez de Hoz, la casa del general don Eustoquio Diaz Vélez, que se ha hecho célebre por la invención de aquella exclamación convertida en aforismo argentino: "pobre patria en manos de mi hijo Eustoquio". La de la señora doña Joaquina Izquierdo, donde se daban tertulias científicas de literatura y música; mujer muy instruída en achaques de literatura. La familia numerosa del señor don Vicente Casares, cuya hi-