¡Lo que allí disfrutábamos corriendo, enterrándonos en la arena, "descubriendo" la isla, internándonos río adentro, en la playa baja, los pies descalzos, el cabello en desorden, las manos en visera protegiendo los ojos deslumbrados por el reflejo del sol poniente!
¿Olvidaré jamás esos 10 días pasados con ella y sus alumnas mejores, en las sierras del Tandil?
!Qué no hicimos! Alpinismo, carreras, marchas forzadas, inspección escolar, lecciones modelos, todo realzado por bailes con que la hospitalaria sociedad del Tandil nos obsequió.
¡Y las fiestas cívicas que Miss Mary nos hacía organizar por las grandes fechas históricas de mayo y julio!
Por turno, un año normal era el encargado de los festejos. Hecha la designación, los alumnos, solos, sintiendo pesar sobre nosotros la responsabilidad del éxito o del fracaso, elegíamos comisión honoraria, la directiva y la de recepción; arbitrábamos fondos por subscripción escolar y familiar; preparábamos el programa... ¡ Y a ejecutarlo! La escuela entera nos obedecía. Nuestras indicaciones eran órdenes. !Qué satisfacción nos proporcionaba cada número aplaudido!
Miss Mary dirigía las grandes fiestas de colación de grados, al finalizar cada año escolar. Recordaré "El sueño de una noche de verano", la bellísima maestra", al alcance de nuestras facultades ju-