cual nos es dado conocerla, es buena; y de que toda idea religiosa — por bella y consoladora que sea, en apariencia — es mala si contiene la negación o la deformación de la vida, tal cual nos es dado conocerla, arribaráse a la conclusión negativa de que la educación e instrucción pseudo-religiosa actual es mala porque es contraria a la afirmación a la evolución de la vida.
Y arribaráse a la conclusión positiva de que la religiosidad humana basada en la educación e instrucción sexual, diviniza al hombre, haciéndole concebir como supremo ideal el superarse a sí mismo al crear un nuevo ser, al dar vida a un hijo.
Gobernar es educar: La transformación de la sociedad no se hará sin una entera transformación de la escuela. Y esa es obra de mujer, fase de maternidad.
La escuela actual — desde el Jardín de Infantes hasta la Universidad, en nuestra Argentina y en el resto del mundo, más en la vetusta Europa que en la adolescente América — no educa para la vida: Enseña a leer, a escribir, a contar; hace funcionarios públicos, maestros, abogados, médicos, ingenieros: pero no se preocupa de formar al hombre. Su única influencia profunda manifiéstase en el amoroso cuidado con que cultiva sentimientos y prejuicios engendradores de las virtudes militares: Inculca y diviniza el arte de matar y envilece y bestializa el de crear la vida.