—Eres el Diablo, querido Jaime.
—El te ayude y haga que te mejores, querido amigo.
—¿Te retiras?
—A prepararme para mi conquista de mañana.
—Haces bien de irte, y te aconsejo que vayas directamente á tu casa y te recojas; porque si pasas mala noche, mañana estarás de mal color y ya sabes que es preciso estar buen mozo eh?
—Eso queda á mi ciudado hasta mañana.
—Te espero contestó Aguilar.
Asi que el jugador salió à la calle, se afirmó á una pared para no caer.
—¿Seria posible, Dios mio? ¡Oh! ¡Si! no hay duda!... gracias Dios mio! gracias!......... Me apartas de la senda del crimen y...... Gracias Dios mio! Gracias!
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Al dia siguiente Jaime llamó a un muchacho que lo servia y despues de darle las señas de la casa de Mercedes, le dijo:
—Trata de hablar con el cochero, que se llama Pedro, y le dirás de mi parte, que en el primer momento que tenga desocupado venga á verme, que no quedará descontento de mi llamado.
El sirviente de Jaime, salió de la habitacion.
El jugador se sentó en un confidente que habia en ella, reclinó su cabeza en el respaldo de este, y la espresion de su rostro dió á conocer que su