hace crujir la seda de su veste
danzando arrebatada con calor.
Y las risas que son en la hermosura,
rosas fragantes que la brisa abrió,
derrama entre los cráneos blanquecinos
que mudos piden la venganza a Dios.
Y en medio a los esbirros sanguinosos,
como ángel que al infierno descendió,
su bella y nacarada dulce mano
con las manos malditas enlazó.
Y deja que sus senas emponzoñe,
en salvajes festines el licor,
que se mezcla en los vasos con la sangre
del que al dintel por la virtud murió.
Ay! infeliz! nacieras en la tierra
con las gracias y el ambar de una flor;
mas la maleza que cercó tu tallo,
la gracia y la bellcza te robó.
Naciste como el ángel que acompaña,
la vida del humano pecador;
pero el vicio a tu cuello se enlazara
y las puertas del cielo te cerró.
Ay! infeliz! Cansada de la orgía
te halla en el pecho una secreta voz,
y al destejer la trenza de tu frente
la juzgas áspid y te dá temblor.
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