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Murieron en Congo
sin veros señora,
que alegre te muestras
cual fúlgida aurora.
Del néctar precioso
jamás disfrutaron,
del ámbar que viertes
tampoco gozaron.
Oh dicha la nuestra
bajada del cielo
teneros por madre
sin par en el suelo.
Felices morenas
con luna tan bella,
que a todas nos guía
cual náutica estrella.
Los dulces afectos
del pecho exhalemos,
y aumenten el gozo
que perder tenemos.
Mil veces nosotras
en torno del Plata,
tu faz contemplamos
que al alma arrebata
Oh nubes que al Plata
prestais la corriente,