Y llueve. Y el relámpago despliega
tras el crestón de la empinada cumbre,
que un mar de sombra impenetrable anega,
su ala inmensa y fantástica, que ciega
con los fulgores de su viva lumbre.
Solo estoy, Y en el mudo paroxismo
que infunde á mi alma el batallar profundo,
siento abrirse á mis plantas un abismo....
que quizá en tan tremendo cataclismo
de su eje inmenso se desquicia el mundol
. . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . .
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Cesó de pronto la infernal balumba
que hizo un momento trepidar la tierra;
el aire huracanado ya no zumba;
sólo se oye á lo lejos que retumba
el trueno en las gargantas de la sierra.
Se alejó la tormenta; el turbio río
se desborda entre abruptos peñascales,