de hacerlo poniéndose á aspirar el frasco de sales, todos siguieron el ejemplo del jóven.
—Me proponía únicamente decir, que mi tio presentándome tan mala cara, y negándose á venir con nosotros, ha perdido algunos momentos de placer que le hubieran venido muy bien. Indudablemente se ha privado de una compañía mucho más agradable que sus pensamientos, que un mostrador húmedo y que sus polvorientas habitaciones. Esto no quita para que todos los años le invite de la misma manera, plázcale ó no, porque tengo lástima de él. Dueño es, si así le parece, de burlarse de la Navidad; pero no podré menos de formar buena opinion de mí, cuando me vea presentarme á él todos los años, diciéndole con mi acostumbrado buen humor: «Mi querido tío: ¿qué tal os va?» Si esto pudiera inspirarle la idea de aumentar el sueldo de su dependiente hasta cuarenta y cuatro libras esterninas, se habría conseguido algo. No sé, pero se me figura que ayer lo ha quebrantado.
Al oir aquello todos los concurrentes se rieron, pareciéndoles que era sobrada pretension la de haber conseguido quebrantar a Scrooge; pero como el sobrino era de bellísimo génio, y no se cuidaba de saber por qué se reían con tal que se rieran, aun los animó haciendo circular las botellas.
Despues del thé hubo un poco de música,