bid, continuó gravemente, y si quereis creerme dirigid la carta á vuestro padre. Tratad el asunto con formalidad y vereis cómo interviene vuestra madre.
Y escribí:
«Querido papá: Me figuro que todos seguireis buenos, cosa que conmigo no ocurre. Ya sabeis que no soy comilón, ni tan tonto que me figure que en el colegio me han de dar tantas golosinas como en casa. Así pues dispensadme, si forzado por las circunstancias, os declaro que no podemos comer lo que la señora Glumper llama nuestra parte, que como se compone de agua y pan seco, nos hace morir de hambre. Vuestro respetuoso hijo S. A. Trelacony.—P.D. Si huís de hablarle de esto á la señora Glumper, hazme el favor de decirle á mamá y á Ana, dándoles á la vez mis recuerdos, que me envien un pan bien cosido y á ser posible con mucha corteza para que dure toda la semana. Sr. Teniente general Trelacony C.B.K.H. Peurhyn-Court.»
Esta carta me parecía que revistía un carácter oficial bien marcado, así es que esperé sus efectos con alguna ansiedad. ¡Si mi padre adivinase lo que resultaria de su decisión!
Debe, pensaba yo, dar crédito á mis palabras, porque no lo ha visto nunca y sabe que positivamente no soy tragon.
Creo que al cuarto dia de estas dudas,