Página:Cantico de Navidad.djvu/188

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alucinacion ó fué verdad? Me pareció que los seis peniques, saltando en el bolsillo, me habian dado un golpe en el costado reprochándome mi dureza. ¡Mi única esperanza! ¡La base de mi fortuna! Una mirada enérgica me decidió: mis millones pasaron á poder del anciano.


III

No puedo darme cuenta de lo que hice en el resto del dia. Al retirarme extenuado de hambre á mi domicilio, me detuve maquinalmente ante una panadería. Sentí que me tocaban en el hombro: era el judío, pero ¡qué cambiado de aspecto!

—Qué hermosos panes, ¿es verdad? me dijo.

De debilidad no pude contestarle.

—¿Y no tenéis dinero? preguntó admirado.

Hice señal de que no.

—Yo... he gastado vuestra moneda, añadió; pero venid y no desdeñeis mi pobre hospitalidad.

Quedé asombrado y le seguí. El tomó su aspecto de mendigo y cautelosamente me fué llevando hasta una casa situada en una callejuela estrecha y sombría.

—Agarraos á mi vestido, dijo.

Efectivamente aquello estaba tan oscuro que no pude ver á quien nos abrió, pero oí su argentina voz saludándonos, y tras ella subimos á un piso superior.