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XVII
Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla,
dijo Hugo—ambrosía más bien ¡oh maravilla!
la vida se soporta,
tan doliente y tan corta,
solamente por eso:
roce, mordisco o beso
en ese pan divino
para el cual nuestra sangre es nuestro vino!
En ella está la lira,
en ella está la rosa,
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