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pasion los corazones de las crueles Euménides? [1] Tu imprudencia te ha causado la pérdida de Eurídice; pero yo no te culpo, á no ser que sea un crimen el amar.
Solitario, é ignorado del resto de los mortales, Orfeo recorre las riberas del Tánais [2], y los helados paises de la Scithia, llamando con una voz dolorosa la sombra de aquella que ya ha perdido para siempre.
Pero ¿qué oigo? El Ródope [3] resuena con los gritos espantosos