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—¿Conque es mentira? gritó Anita fuera de sí; conque ¿no estabas esperando el poder sacarle la plata para que huyéramos juntos y abrir una casa en sociedad?

Lanza se quedó sin saber qué contestar.

Doña Emilia, ante revelacion tan brutal, quedó aturdida, tan aturdida como si el techo se le hubiera caido encima.

Siendo esto cierto, habia que agradecer á Anita el peligro de que la habia hecho escapar.

Se volvió furiosa contra Lanza, lo llenó de injurias y le intimó que en el acto se mandara mudar á la calle.

Lanza no se conformaba con aquel verdadero descalabro, y trataba de componerlo á toda costa.

Pero Anita daba tales detalles, que era imposible destruirlos.

—El vino no solo la ha emborrachado, sinó que la ha enloquecido, dijo Lanza, porqué solamente loca se pueden decir barbaridades de ese tamaño.

—Conque ¿yo estoy loca? preguntó Anita, conque ¿no hace mas de dos meses que te ruego que nos vayamos, y tú no quieres porqué todavia no has sacado á esta vieja loca lo que necesitamos?

Ya es inútil negar, Lanza, porqué todo está descubierto.

¡Y la perra vieja que se figuraba que por su linda cara, este la queria y le hacia el gusto en todo!

Y yo sufriendo y mordiéndome de rabia por un poco de plata mas ó ménos.

Ya eso no se podia aguantar, y alguna vez era necesario que yo estallase y me dejase de llorar en silencio.

—Pero yo no puedo creer semejante cosa, gritaba doña Emilia fuera de si: ¿cuándo han podido entenderse que yo no los hubiese visto al momento?

—¡Miren la vieja ridícula! ¿y cuando duerme? y toda la mañana entera, desde las ocho hasta la hora de almorzar!

—Entónces sos un canalla, y me has estado engañando para robarme! gritó doña Emilia fuera de sí y dirigiéndose á Lanza.

Así pagabas el amor que te tenia y todo el bien que te he hecho, natándote el hambre y cubriéndote las carnes desnudas!

¡Fuera de mi casa, canalla, y no me vuelvas á poner los piés donde yo esté!

—Miren que figura para insultar, dijo Anita, saliendo en defensa de Lanza.

¿Y qué crée la vieja estúpida que se puede aguantar un amor semejante sin algun interés?

Demasiado bueno ha sido el pobre en no tocarle el pescuezo, ¡burra vieja loca!

Y se fué nuevamente sobre doña Emilia, con ánimo de renovar la lucha.

—¡Por Dios! que vá á volver la policia y nos vá á embromar á todos! exclamó Lanza lanzándose al medio de las combatientes y logrando separarlas.

Al tenerlo cerca, doña Emilia le tiró dos arañazos formidables, lo que concluyó de irritar á Anita, que, logrando esca-