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Mi padre abandonó entónces sus gaggie y se estableció como embalsamador de pájaros y comerciante en plumas teñidas, abriendo una casa de esta especialidad, que no era mas que el disfraz de otro negocio mucho mas positivo.

Sin abandonar sus tendencias de judío, mi padre se dedicaba á descontar letras de buenas firmas, con intereses bárbaros, y prestar dinero á aquellos que sabia se lo podrian devolver, aunque mas tarde, pero casi doblado por los intereses y comisiones que se iban acumulando.

La fortuna de su amante le permitia hacer ese negocio en grande escala, con gran contento de esta, que habia logrado por fin un enamorado de juicio que en vez de destrozárselo, aumentaba su capital.

Fué entónces que mi padre me retiró del colegio y me llevó con él á su casa de comercio para que desempeñara el doble cargo de secretario íntimo y tenedor de sus libros cuyas anotaciones misteriosas solo yo podia entender.

Desconfiado, terriblemente desconfiado por naturaleza, solo en mí podia tener la confianza necesaria para hacerme depositaria de sus secretos y apuntes.

Otra hermanita mucho mas pequeña, que yo tenia, quedaba en el colegio educándose.

La poca edad la hubiera hecho servir de estorbo á nuestro padre y á mí, que hubiera tenido que dedicarme á su cuidado.

Aburrida en aquella especie de encierro comercial y fastidiada con aquella especial teneduría de libros, me dediqué á la tintura de plumas y embalsamamiento de pajaritos, en lo que me perfeccioné rápidamente enseñada por mi padre.

Y miéntras este andaba en la calle en sus negocios ó enamorando á su gran dama para hacerle soltar dinero, yo atendía con mi solo esfuerzo al negocio aparente de la casa: teñir plumas y embalsamar aves.

Parece que esta tal dama habia firmado letras por grandes sumas á otros amantes calaveras que habian disfrutado el amor de su bolsa ántes que mi padre, y cuyos vencimientos serian un golpe tremendo para su fortuna.

Sola, sin parientes y única responsable de sus actos, aquellas letras que habia firmado tenian la fuerza ejecutiva de todo documento de ese género, y á su vencimiento no habria mas remedio que pagarlas ó ser ejecutada en sus propiedades mas valiosas.

Mi padre estaba en el secreto de estas letras, sabiendo solo que ellas eran firmadas á un largo plazo, porqué la dama, como era presumible, no habia dejado apunte de ningun genero.

Mi padre encontró el único remedio que habia para evitar un fracaso y que se ejecutara á su amante por el gran valor de las letras, cuyo monto ella misma ignoraba.

No habia mas remedio que vender á mi padre todas sus propiedades, asegurándolas así bajo su nombre.

De esta manera, la ejecucion de las letras, que podia venir de un momento á otro, los tomaba perfectamente resguardados.