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Auténticamente cierto que en pueblos ve- cinos a la capital, una de las ciudades más ricas del mundo, guardas de ómnibus ganan la mísera suma de $ 1.40 diarios.
Auténticamente cierto que obreros de ma- quinaria de una poderosa estación 'radiodi- fusora con el tiempo medido para comer un sanwich las más de las veces, perciben un sueldo de cincuenta pesos mensualos.
Auténticamente cierto que empleados de es- critorio, aventajados estudiantes universita- rios, ganan apenas treinta.
Auténticamente cierto que en un conocido diario matutino trabajan los redactores, di- chosamente, por la limosna del café con leche. Auténticamente cierto que con sueldos de hambre en muchos sitios, en demasiados si- tios, se humilla y pisotea la dignidad de los hombres.
No hagamos melodrama, no ¡lorisquemos por eso, pero déjesenos el derecho de acogotar a ese cerdo, que nos dice, riendo, cínicamente:
Sí, a mí llámenme hijo de una gran p... Pe- ro que venga plata.