Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/124

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
110
HISTORIADORES DE CHILE.

mueve las acciones sin necesitar de que otro mueva las suyas, a cuya causa es eterno y permanente; que aun los antiguos jentiles los mas discursivos llegaron a conocer y alcanzar esta verdad con natural discurso, diciendo que aquel que movia todo el orbe con sus astros y planetas, nuestros cuerpos humanos dándoles ser y vida, y él sin dependencia alguna hacia estos efectos, que era eterno y que este era Dios, a quien los cristianos adoramos y reconocemos, por primera causa sin principio ni fin. Volvióme a preguntar el muchachuelo, que discurria y dificultaba sobre lo que me oia, y que adónde estaba ese Dios de quien les habia significado tantas grandezas, que tenia deseos de conocerle; a que le respondí, que Dios estaba en el cielo, en la tierra y en todo lugar, y que no habia parte por mínima que fuese, que no ocupase su presencia, esencia y potencia, como lo dice y explica el anjélico doctor Santo Tomas. Todo lo llena Dios y lo ocupa con su potencia, porque todas las cosas estan debajo de su potestad y mando; con su presencia, porque. lo mas oculto y escondido lo tiene presente y está descubierto ante sus ojos; con su esencia, porque como causa divina y principal del ser que gozan todas las cosas, asiste en ellas por mínima o grande que sea, Ahora pues (les dije), si tanto deseo teneis de conocer a este nuestro Dios, os enseñaré a rezar y de la suerte que habemos de pedirle que nos mire como a sus hijos, nos socorra y defienda como padre, y nos libre y aparte de nuestros enemigos como Señor todopoderoso. Con mucho gusto aprenderémos, respondieron los muchachos, enseñaduos luego porque lo estamos deseando. Dí principio por el padre nuestro en su lengua y natural idioma, a que estuvieron con atencion y cuidado, repitiendo lo que yo les decia, y para ponerles mas cudicia y que con brevedad se hiciesen dueños y capaces de la oracion que aprendian, les dí a entender que hasta que supiesen el padre nuestro, no les habia de enseñar otra oracion; y despues de haberles repetido seis o siete veces la oracion, nos retiramos a los ranchos, y cerca de ellos hallamos a Maulican mui gozoso, aliñando las mangas y los calzones, que los habia lavado y añadido un pedazo de paño ácia la pretina, porque de otra suerte era imposible ponérselos por ser de estatura disforme. Recibióme placentero, brindándome con un jarro de chicha, y el viejo Llancareu su padre con un plato de mote con muchas achupallas y yerbas del campo que dan buen gusto a sus guisados, y la hija del viejo a quien habia encargado mi persona, me trajo otro plato de papas y unos pedazos de cecina sin sal, mal seca al humo, que ellos no tenian otros regalos por ser fronterizos, y un jarro de chicha de frutillas, de la que me habia hecho guardar el viejo la primera noche que entré en su rancho. Llamé a los muchachos mis compañeros, y comimos a la resolana, que aun era temprano, pues todos los habitadores de los ranchos estaban al sol trabajando, haciendo unos lozas, ollas y cántaros, otros tejiendo, y a las orillas del rio otros lavando, y Maulican ocupado en aliñar su vestido, las armas y la espada, porque